El 22 de junio de 1941, Alemania invadió la Unión
Soviética, su mayor error. Hitler y los mandos militares pensaban que sería una
campaña breve que decidiría la guerra. Los alemanes ocuparon un gran
territorio, pero sin ninguna victoria decisiva y con apuros invernales. Después
de la primera paralización de Stalin, Rusia organizó un ejército llamando a la
“guerra patriótica”, justificada por la brutalidad del invasor.
Las causas del enfrentamiento
con Rusia provienen de las irreconciliables diferencias entre las ideologías de
ambas naciones, además de la política y el sueño hitleriano del ” espacio vital ” que tanto ansía Hittler
para que la población alemana se desarrolle sin límites. Bajo estas condiciones
Adolf Hittler lanza un violento ataque contra la unión soviética teniendo que
pelear en frentes occidentales tanto orientales y sin embargo, consigue un
incontenible avance hasta llegar a Stalingrado en 1943.
Moscú
fue atacada en octubre de 1941, un mes después de que empezase el sitio de
Leningrado. La llamada «Operación Tifón” El ejército expedicionario alemán
volcó todo su potencial en este ataque, pero los soldados estaban exhaustos,
los suministros eran insuficientes y las tropas soviéticas hicieron gala de una
extraordinaria determinación para salvar a la ciudad.
Gracias
a la desesperada reorganización del ejército soviético, a un mando más
eficiente y al titánico esfuerzo del pueblo soviético, los rusos lograron darle
la vuelta a la situación. El hecho de que Stalin permaneciese en Moscú durante
la batalla contribuyó enormemente a elevar la moral de los soviéticos. Los
gritos de " Stalin está con nosotros" podían oírse en las calles.
Cuando el Ejército Rojo contraatacó, en diciembre de 1941, los alemanes fueron
expulsados de Moscú.
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